Decir que una canción de Jacques Brel es emotiva, añadir que la interpreta en directo con la desesperación y la ternura de un profeta herido o un hombre enamorado[ii], o que recurre a la niñez como a un lugar que nunca deberíamos dejar atrás o un sueño del que no tendríamos que haber despertado para creer en la vida, es como no decir nada, probablemente estemos en un momento en el que descansamos de todos aquellos versos que nos mostraban su fragilidad, en el que no tenemos ningún interés en reconocer su valentía ni, por no saber de él, advertimos sus múltiples y llamativos errores, esos que brotaban por la mala costumbre de llevar el corazón muy por delante de la cabeza.
Fils d.. es una de esas canciones que se deslizan en la zona tibia de su repertorio pero muy cerca de sus grandes aportaciones y sus desgarros más convincentes. Aquellos que vamos un poquito más allá de "J'arrive" hemos aprendido a quererla y a quedarnos prendados de la sensibilidad a flor de piel de algunos de sus versos[iii], y la convicción anímica de su autor mientras los desgranaba haciéndonos pensar, erróneamente, que nunca más hollaría esas cumbres.
Yo no sé lo que significa el título, tampoco creo que tenga mayor importancia, estudié algo de francés para poderme dar la licencia de no entender algunas canciones y actuar como si las hubiera entendido. Como, en cierta forma, dije en el párrafo anterior; la niñez, junto al amor, la muerte, la denuncia de las buenas y de las malas costumbres, y la variable identidad del hombre libre cuando ya solo puede perder unas alas quebradas, fue un tema recurrente para Brel, así de repente se me vienen a la cabeza otras dos monumentos que se levantan sobre su recuerdo; L'enfance y Mon enfance.
Terminaría diciendo que alguna vez me pareció entender que decía algo así; "Por mucho que hayas sido un niño tierno, si actúas como si lo hubieras olvidado has acabado convirtiéndote en un hijo de…
He dejado a mi madre sola en la casa de nuestra
calle, ya siempre estaré acompañado por los fantasmas y las ruinas, el
Tobogán se desliza sin tregua hacia otro olvido en el que no se
reconoce, he amado en estos lugares que acabarán perdiendo el nombre y
sonrío detrás de una lágrima en la parte de atrás de una fábrica abandonada que
ayudara a levantar los ladrillos de nuestra decadencia. La Almadraba no volverá
a ser un barrio blanco, los comerciantes fenicios nos vendieron con los
primeros televisores; los que crecimos hollando sus orillas en el verano más
largo teníamos el mismo corazón abierto al viento sin importarnos de donde
venía, ahora somos comadres que sonríen en la fachada y tiran aviones de papel
envenenados cuando nos damos la vuelta, el dinero tiene un encanto subversivo
que hace que las anguilas maldigan el arroyo en el que nacieron. Había pobreza,
y los defectos inherentes a la naturaleza humana con la envidia ocupando un
lugar de privilegio, pero había dignidad ante la muerte y el olvido, no sé qué significa eso cuando la
comodidad se convierte en la diosa más implacable, resulta su sonido tan embriagador
cuando arrancas el motor de tu primer coche y piensas que nunca volverás a
sentir hambre de justicia por aquellos que se quedaron atrás y no encuentran su paso, cuando abandonas a aquellos a los que arrebataste hasta el último suspiro y ya no pueden caminar gobernando sus piernas.
Nadie me espera en una casa que perdió su aliento, no
puedo luchar contra el miedo, ni contra el dolor, ni contra hombres distintos
que son también mis hermanos aunque haya una barrera insalvable en nuestras
respectivas formas de interpretar el mundo y el papel que desempeña el hombre
en él; hay quien lucha contra Dios estando a su lado y quien lo hace contra
el destino con todas sus consecuencias.
Cuando Raimon grabó esta canción en 1967, España empezaba a
despertar al bienestar, a los que teníamos como única lengua el castellano nos
decían en el colegio que en España había solo una lengua, las demás eran dialectos, nos decían demasiadas
mentiras, pero sin pretenderlo decían algo cierto; la misma opresión nos había
hermanado y podíamos entendernos y denunciábamos el mismo Purgatorio tenebroso vestido con los ropajes de la Gloria aunque lo hiciéramos en
diferentes lenguas. La crítica profunda y melancólica al desarrollismo de
Raimon es la nuestra. Habrá quien quiera ver en esta postura un sesgo
reaccionario y es cierto que en algunos casos se han vertido proclamas
insostenibles en contra del progreso. Pero nada más lejos de la realidad cuando
algunas de las almas libres e independientes de nuestro tiempo se han
manifestado en contra de la modernidad simplemente diciendo o narrando lo que
ven, desentrañando una moral que nos esclaviza con las cadenas de nuestra libertad.
Pequeña, he
estado aquí antes, he visto esta habitación y hollado sus caminos. Sabes que
solía estar solo antes de conocerte.
(Leonard Cohen)
Gracias,
Leonard, por haberme dejado
escuchar el
gemido disperso en tus tormentas,
por haber resistido
en tu torre
de canción
apasionada
mientras
pasaban amantes y amigos,
y caían tantos
sueños que se creían eternos,
por las horas
que aliviaste el dolor de mi letargo
y lo meciste en
el viento con una rara elegancia
que aún brota
en el invierno de tus ansias de conquista,
en los campos
sembrados de espinas y alambradas
del amor y el
desengaño,
por haberme
hecho olvidar tantas veces con tu verso
el destino amargo, inexorable del poeta.
Desconozco la consideración literaria de Brassens o Brel en la Francofonía o la de Bob Dylan y Leonard Cohen en la
América anglosajona en estos días, solo el tiempo nos podrá decir donde estarán
sus poemas cuando les quiten la música y tengan que danzar sin acompañamiento, sin histrionismo sentido ni
luces de candilejas.
Yo no podré verlo casi con toda seguridad porque estaré discutiendo con
Plutón sobre el poder redentor de la música y la inmortalidad de los cuerpos
exultantes; la poesía ha sido expulsada a un lugar donde no existe la sonrisa,
pero no me cabe la menor duda de que ellos estarán ahí en lo alto cuando
transcurra el tiempo y se hable del nuestro porque no solo
escribieron con una calidad insultante sino que supieron extraer muchas de las
contradicciones intemporales del ser humano y las supieron encajar con emoción, belleza y autenticidad en la época que les tocó vivir.
Centrándonos en Cohen podemos observar que siempre se puso serio cuando
trataba con la palabra y la música y el misterio de su combinación, que, en la
genial y escalofriante variación del "Pequeño vals vienés" de Lorca
(Take this Waltz), tuvo un amago de depresión profunda, y es un poema
maravilloso que merecía la pena que se intentara transmitir a los nuevos muchachos
y lleno de una intrínseca musicalidad. Hace ya mucho
tiempo que descubrí que el arte no es entretenimiento, aunque lo pueda tener, y
que la poesía tiene muchos caminos, que este poeta es imprescindible porque
encontró el suyo mirándose hacia dentro como un pájaro que se arrastra en los
cables, como un borracho sereno que ha olvidado su nombre en un tugurio
portuario de una isla asustada que es la mía y llora su soledad en las noches
de levante y de zozobra.
Si yo hubiera pensado un poco más probablemente no habría escrito ningún
poema, me habría acordado de mi propia intrascendencia para la gente que puede verme, tocarme y transita por mis mismas calles con un libro de poemas bajo el brazo que nunca será abierto, me habría puesto
melancólico acuciado por los años que llevaba esperando un momento como ése;
estar a pocos metros de uno de los ídolos de mi lejana juventud y tocarlo con
la mirada.
Recuerdo que empecé este poema en el tren, el día anterior al
concierto, sobre los espacios en blanco de la última biografía de Cohen que se había publicado. Simplemente quise reflejar, en el lugar más oportuno, mi asombro y mi agradecimiento ante el
encuentro con uno de esos mitos que se mantienen a pesar de la inconsistencia
afectiva de un período precipitado a devorar a los ídolos y sepultar su memoria cuando se pierden sus canciones, insistí en su poesía porque en ella encontré la esencia de un hombre
que había vivido intensamente la verdad y la mentira, que había cantado al amor y a la desesperanza y llevaba continuamente
puesto un sombrero gris para evitar que se le viera el cabello canoso y ya
escaso. Un hombre que sonreía a su tristeza mientras hablaba porque, después de
tantas proposiciones deshonestas en el mundo de la fama, había comprendido que solo se había intentado
vender por una mirada sincera que traspasara un momento y alimentara la caldera de los recuerdos entre las palabras de ceniza dentro de un poema que hable de la única pasión que nunca muere.
Quedé sorprendido por la duración del concierto y por cómo se condujo sobre
el escenario en algunas canciones, aún lo veo agradecido a un país que le
transmitía hermosas vibraciones y tragedias; español era aquel artista
callejero que le enseñó una nueva forma de abrazar la guitarra y el poeta que
le había obsesionado hasta el punto de ponerle a su hija como nombre su
apellido. No podré nunca olvidar que se arrodillara al cantar “Hallelujah”,
allí, con setenta y ocho años y un pasado que no podría abandonar nunca aunque
lo había intentado, aunque tuvo que volver a la carretera y a los estudios arruinado
por su representante, consejera y, quizás, amante.
Volvió a recordar un repertorio cuyas mejores piezas tenían mucho tiempo,
era una suerte inmensa que fuera así, que rindiera un amplio tributo a sus
primeros escarceos en el mundo de la música, creo que intuía con la sabiduría
otorgada por una vejez esplendorosa que sus mejores versos serían recitados
cuando hablaran de este tiempo confuso entre la revolución marchita de las
flores y la Guerra del Vietnam, y de este mundo arbitrario que se arrastra
por los caminos atormentados de un pensamiento angustiado porque hierve la hipocresía que se muestra
ante los diferentes conflictos y regímenes políticos.
Aunque no cantó mi canción favorita; "Uno de nosotros no puede estar
equivocado", ésta no dejó de sonar para mí en las casi cuatro horas que
duró el concierto. Sí, también yo torturé el vestido que ella llevaba por el
mundo para olvidar. No hizo falta que la cantara para que yo sintiera como
sería ese momento, no me importa que casi todos la hayan olvidado, mi corazón
me dice que es un poema que habría que guardar en una urna.
Well my friends are gone and my hair is
grey
I ache in the places where I used to play
And I'm crazy for love but I'm not coming on
I'm just paying my rent every day
Oh in the Tower of Song.
Mis amigos se fueron y tengo el cabello
gris,
ahora sufro en los sitios donde solía jugar
y estoy loco de amor pero no lo alcanzo,
solo pago el alquiler cada día
en La Torre de la canción.
He llegado a la conclusión que la vida es
un milagro aunque no sea eterna, solo algunos hombres viven aunque en sus
ansias por disfrutar de la existencia muchos de ellos se equivocan y se
preguntan adónde fue la alegría antes de cerrar los ojos por última vez, sin
embargo la muerte no me parece un milagro ya que todos los hombres mueren
incluso aquellos que nunca estuvieron vivos.
Al contrario que los pensadores
que creen en la aristocracia me inclino a creer en la democracia aun
manteniendo un respeto por aquellos que hablan de una aristocracia moral o
intelectual. No veo ninguna forma razonable de establecer normas que nos
indiquen quiénes son los mejores, nos iguala lo terrible; el dolor, la soledad,
la muerte, nos separa aquello que anhelamos pero ponemos poco de nuestra parte
para llevarlo a nuestras orillas; la sensibilidad, la piedad, la
inteligencia, aunque sea algo que viene dado, no como es interpretada en el
dominio actual del hombre seguro y asertivo.
Leonard Cohen que había hablado
de mitologías en su primera juventud e hizo una magnífica recreación de la
caída de los dioses y de la fragilidad de los héroes que, en los tiempos
modernos[i], ya no buscan la gloria mirando lo que significa para
la moral de su pueblo y su necesidad de autoestima y autoafirmación ante la
historia; Roma se edificó sobre sonadas derrotas que, como ante los celtas y
los samnitas, pusieron en peligro su persistencia como pueblo distinto y
elegido.
Cohen advirtió con su llegada tardía y
meditada al mundo de la música que el hombre debía hablar de mitos, que no
debíamos recrearnos en la ruinas clásicas hasta el punto de cegarnos por el
resplandor de lo que pudo haber sido y no ver al hombre desconcertado que surge
de nuestro tiempo. El hombre que aún cruza las esquinas con un disco en el
bolsillo necesita hablar de Lennon, Dylan y McCartney aunque no los comprenda,
aunque el comportamiento público de algunos de ellos deje mucho que desear.
Probablemente casi ninguno de nosotros hubiera sido mejor que ellos de haber
tenido que enfrentarnos al monstruo que devora a casi todos los hombres que
tienen el privilegio de cruzarse en su destino, casi todos nosotros nos
acabaríamos arrojando desde el piso que ocupemos en la torre de la canción[ii].
"I lost my way,
I forgot to call on your name.
The raw heart beat against the world,
and the tears were for my lost victory.
But you are here.
You have always been here.
The world is all forgetting,
and the heart is a rage of directions,
but your name unifies the heart,
and the world is lifted into its place.
Blessed is the one who waits
in the travellers heart for his turning."
"Perdí mi camino,
olvidé invocar tu nombre.
El corazón prístino latía contra el mundo
y lágrimas fluyeron por mi victoria
perdida.
Pero tú estás aquí.
Tú siempre has estado aquí.
El mundo lo olvida todo,
y el interior es un torbellino de
itinerarios[iii],
pero tu nombre unifica el corazón,
y el mundo se levanta en su lugar.
Bienaventurado el que espera
en el corazón de los viajeros para que
vuelvan. "
[i] aquí hay que tener cuidado a la hora
de establecer dónde empiezan, y reconocer con amargura que aún no han acabado)
[ii] Viniendo de Cohen solo podemos
tildar de humildad la referencia que hace a Hank Williams.
El quinto disco de los Beatles, "Help!", tiene canciones
inmortales, y no está exento de experimentación, pero fue consumido por las
prisas; canciones intrascendentes, irregularidad conceptual, vuelta a las
versiones para darle una oportunidad a Ringo de que asomara la cabeza.
Pero qué podemos decir de un disco que tiene la canción que le da título
en la que John expresa abiertamente su angustia y en la que admite sin reparos
que no tiene nada que ver con el joven triunfador que parecía, Ticket to Ride
(hay quien dice, quizás exagerando, que contiene las primeras manifestaciones
del hard rock), You got to hide your love away (Tienes que esconder tu
amor), la única canción dylaniana que tendría una réplica del maestro, en su
antológico "Blonde on blonde" precisamente y "I need you"
la primera aportación verdaderamente valiosa de George, y
Yesterday...
Yesterday es probablemente la canción que más
se ha cantado en la música popular y, sin duda, la que más veces ha sido
versionada, unas 3200 veces se contabilizan hasta ahora. Paul ha explicado muchas
veces como surgió, que primero tuvo la melodía que le vino durante un sueño y
la tocó al despertar para evitar que se le olvidara, que le costó un par de
meses convencerse de que no estuviera registrada ya dada su prístina sencillez,
que fue muy laborioso encontrarle una buena letra siendo un objetivo propicio
para la ironía de John durante meses en los que se referían a ella con el
espantoso título de "Huevos revueltos". También ha hablado de las
dudas que hubo para incorporarla al repertorio del grupo porque rompía con el
tipo de música que estaban haciendo y los problemas con George Martin para
grabarla acompañada solo de su guitarra y un cuarteto de cuerdas. La grabación que podemos disfrutar nos muestra a
Paul sin sus compañeros en el escenario. Un documento histórico que nos trae el
recuerdo indeleble de una de las grandes canciones de nuestras vidas.
Te extrañará Juanlu que empiece este comentarios con unos
versos del poeta universal más representativo, sin embargo veo pertinente que
refleje nuestra situación poniendo la política donde Lorca habla de amor. No
somos amigos pero sí conocidos que se respetan y aprecian. El azar quiso que
compartiéramos momentos que nunca se irán de la memoria y hacen que se derramen
nuestras lamentaciones ante la implacabilidad de Saturno que nos acabó engañando mientras aspirábamos la fragancia de las horas perdidas que nunca vuelven y se recuerdan para marcar en las esquinas las huellas de nuestros poetas.
Eres culto, inteligente, divertido, ocurrente y, lo más
importante, cariñoso. Tú eres de derechas y yo soy de izquierdas, no veo ningún problema siempre que ambos seamos demócrata y solo nos pleguemos a la voluntad de un pueblo por muy errático que esté a la hora de elegir sus representantes, siempre que no justifiquemos a ningún régimen totalitario.
Pretendo ser
humanista, digo bien, pienso que es algo muy difícil de lograr, son muchas horas de lecturas y reflexiones. He comprendido que esta tendencia, a pesar de que casi
todos sus representantes se alinean con la izquierda, también tiene cabida para
la gente de derechas y cabe la posibilidad de que tú seas más humanista que yo, aunque en la vertiente estrictamente política, por circunstancias de la vida, hayas optado por una opción más conservadora que la mía.
Sé que puedes comprender que yo deteste el comunismo pero
admire a algunos comunistas, Chicho Sánchez Ferlosio está entre ellos,
posiblemente no conoció el éxito por ser fiel a sus ideas y creyera firmemente
en el espíritu libertario que otros mancharan de intolerancia y de sangre y él
inundaba de amor a la calle, a la gente que pasaba, me emocionan la valentía y la verdad de Diamantino y su militancia en contra de la pobreza y la ignorancia o el
fervor hacia la Democracia, puede que un tanto ingenuo, pero sentido y emocionante, de muchos
brigadistas internacionales que, en el caso que pudieran regresar, no se
olvidaron nunca de nuestro país y, aunque nos parezca paradójico, relataron a
sus nietos que, para ellos, no hubo un tiempo más dichoso en sus vidas que
aquellos en los que defendían el Puente de los Franceses o el Ebro desde
Gandesa.
Hablemos, Juanlu, de arte, de deporte, de la decadencia
moral de los tiempos que nos ha tocado vivir, hagamos una academia de la barra
de un bar como alguna vez lo hicimos mientras nos volvamos a reír con amargura del dios del tiempo, evitemos aquello en lo que tenemos
posturas irreconciliables y que nos llevaría a reproches y puntualizaciones
interminables, probablemente los dos estemos equivocados y no pasa nada,
después de todo he comprendido que la valía de un hombre se mide por la
magnanimidad que exhibe en sus aciertos y la autenticidad con las que muestra
sus equivocaciones.
Entiendes lo que quieres, no lo que
debes, Clodia[i],
no tienes de qué preocuparte; es un síntoma confuso que experimenta casi todo
el mundo en estos días, quizás triunfes a pesar de escribir muy bien, pero lo
harías por la tela con la que tejes tus relaciones, no por tus escritos.
Yo, en cambio, no lo haré, sin saber por
qué cuido mi independencia como si fuera la pequeña flor de cactus de la que te
he hablado a menudo, que tantas veces he visto y me sigue emocionando por ser
una metáfora que nunca he podido desentrañar a pesar de comprenderla.
Tengo buenos recuerdos de ti, el más
perdurable me lleva a esa mañana de domingo que estuvimos charlando sobre la
vida y la obra de Pasolini[ii],
creo que crecimos en alguna dirección, lo importante no sería que la
encontráramos en algún sitio, sino el hecho de habernos asomado a los abismos
de un artista inquietante y sincero. Era el punto de partida lo que hacía
entrañable aquel encuentro, el resto no nacería de nosotros sino de las
circunstancias, nuestra única obligación es intentar hacer las cosas lo mejor
que podamos aunque nos censure la severidad de los jueces.
Me he manifestado abiertamente en contra
de que poemas mediocres, y, peor aún, ostenten una estrella de excelencia[iii].
No voy a cambiar de opinión. He leído mucha poesía como para caer en la trampa
del efectismo inocuo. Por ahí admito tus reproches, ya que sinceramente no
opinas como yo, peor sería que no tuvieras convencimiento de lo que dices.
Pero no encuentro nada malo en invitar a
Alba a que esté acompañada en las alturas por seres vivos que luchan cada
día, que, a veces están faltos de talento pero tienen la morosidad enfermiza de
un orfebre para dejarnos obras valiosas o aquellos que tienen un talento que
nadie quiere ver y luchan en las sombras cortantes de la indiferencia.
Los dos poemas de Alba que habéis
estimado antológicos, desde mi punto de vista no lo son, los tiene mejores y
más apropiados para esa distinción aunque no me he tropezado con ningún poema
suyo que podamos considerar como tales, el que uno se muera no puede ser una
excusa para agrandar la calidad de lo que ha escrito.
Puedo estar equivocado en eso último,
pero creo que para estar a la altura de la Epístola moral a Fabio, de La elegía
a las musas o de La aurora de Nueva York haría falta que supiera implicar al
lector a través de su experiencia con la de cualquiera, y pienso, pocas veces,
es cierto, que Alba está muy lejos de conseguir algo así, y no se le puede
achacar nada; la técnica se aprende con más o menos dificultad, la inspiración
también se aprende pero no nos da pistas del cómo, del cuándo y el por qué. Con
respecto a esto te diría que ha habido en el fútbol un poeta como George Best,
no ha sido el mejor futbolista, pero, junto a Garrincha y el
"Mágico", ha escrito los mejores versos persiguiendo un balón que,
con frecuencia, acababa en el lugar que él había elegido.
Permíteme dudar que Alba pueda dolerte a
ti más de lo que a mí me duelen mis muertos. Estamos hablando en la misma
lengua pero en dialectos que no se entienden entre ellos, no es un capricho
pensar que yo puedo llevar la piel, los cabellos y la forma de mirar de alguno
de ellos, son algo mío que perdí y duerme en el sepulcro, íntimamente míos con
sus imperfecciones que, a veces, no se me olvidan y con las que me veo más
humano, menos insoportable.
Ya sé, Clodia, que tú amas a Borges y te
postras ante su inteligencia, yo simplemente amo a Lorca[iv] que
aún vive en otra galaxia respecto a mí y al resto de los mortales y lo
admiro como hombre que podía tener unas sensaciones parecidas a las mías cada
vez que escribía un poema, cada vez que muriera alguien en su pueblo con quien
ya no podría tomarse un vino mientras soñaba con acabar con el analfabetismo en
España.
Desconfío de las relaciones que
establecemos a través de la Red, existe un carisma telemático que hace cinco
años dejé de tenerlo, sé que, casi nadie lee lo que escribo. Pero no me
lamento, hubo unos meses en los que no daba abasto para contestar las cartas
que me llegaban, mi carisma se sustentaba en actuar como si fuera un sucedáneo
de lo que Sabina transmitía y, probablemente no era, así creé una imagen en la
que se reforzaba la calidad del mujeriego que nunca he sido y que no podré ser
jamás. Los hijos de los conquistadores solemos pagar los pecados de nuestros
padres, Pavese se apagó un día de agosto sin llegar a comprender que las mujeres
de su pueblo prefirieran los impulsos primarios y misóginos de su padre a su
delicadeza y sensibilidad femenina que pueblan las páginas de su novela más
célebre, a pesar del dolor que hizo aflorar una misoginia primaria en su
diario.
*** *** ***
Te llamé buena persona hace unos días y
empiezo a experimentar con melancolía el temor de haberme equivocado, soy
demasiado impulsivo, pero no me arrepiento de haber pensado bien de ti, de
haber creído en la bondad de tus intenciones, sí lo haría de haber pensado mal
aunque hubiera estado en lo cierto; son los pequeños detalles los que ofrecen
una medida aceptable de nuestras miserias. Pero, con la calma que me faltó
en un primer momento, he comprendido que dos buenas personas no tienen por qué
estar destinadas a entenderse aunque sean partícipes de la misma pasión y, citando
a Quevedo a mi manera, lo importante no es estar en lo cierto sino sentir lo
que se dice.
Por favor, haz comparaciones que se
sostengan en el mismo dolor. ¿Hablaste con ella? ¿Compartiste un solo día con
ella de dolor hospitalario? ¿Superaste alguna crisis cuando la poesía agonizaba
entre los pinos en la Mallorca del invierno de Chopin? ¿La quisiste tanto que,
a veces, deseaste odiarla e incluso llegaste a pensar que no la amabas por sus
virtudes sino por sus defectos?
No queda mucho espacio para lo sagrado
en esta sociedad moderna, pero sigue habiendo actos y discursos que merecen ese
calificativo. Me has ofendido por lo que he interpretado como pedantería
indisimulada, por fingir un sentimiento que a la fuerza no puede ser muy grande
ni real, ya lo dijo Leonard Cohen en el Chelsea Hotel más o menos dos veces.
I don't mean to suggest that I loved you
the best,
I can't keep track of each fallen robin.
I remember you well in the Chelsea
Hotel,
that's all, I don't even think of you
that often.
No quiero dar a entender que te amaba
mucho,
No puedo seguir el rastro de cada
petirrojo caído.
Te recuerdo muy bien en el Hotel
Chelsea,
eso es todo, solo de vez en cuando
pienso en ti.
Deduzco que tú recuerdas a Alba como
Leonard a Janis Joplin compartiendo poesía o sexo que no amor, y yo recuerdo a
mis muertos varias veces cada día, sé que es la única manera de mantener entre
los coches que invaden las aceras un poco de su aliento, de recordarme a mí
mismo que soy el amigo insignificante del viento de Poniente cuando el mar de
mi vida se torna azul y veo mi casa de la niñez invadida por otras enredaderas
que no recuerdan quién es Dios de tanto pronunciar su nombre en una lengua
desconocida.
[i] Considero que Clodia es un nombre precioso, de ninguna manera he
querido relacionarte con la Lesbia poética; desenfrenada y licenciosa.
[ii] En Ostia o en Trieste / cuando florezcan los tilos / con el cuerpo
marcado / por los golpes que suben el Calvario.
[iii] Creo que la actitud declarada de las personas que las conceden ha
colocado una losa en una calle que podría haber tenido un nombre literario.
[iv] No vayas a creer que no le encuentro defectos en lo más importante,
como hombre.