El quinto disco de los Beatles, "Help!", tiene canciones
inmortales, y no está exento de experimentación, pero fue consumido por las
prisas; canciones intrascendentes, irregularidad conceptual, vuelta a las
versiones para darle una oportunidad a Ringo de que asomara la cabeza.
Pero qué podemos decir de un disco que tiene la canción que le da título
en la que John expresa abiertamente su angustia y en la que admite sin reparos
que no tiene nada que ver con el joven triunfador que parecía, Ticket to Ride
(hay quien dice, quizás exagerando, que contiene las primeras manifestaciones
del hard rock), You got to hide your love away (Tienes que esconder tu
amor), la única canción dylaniana que tendría una réplica del maestro, en su
antológico "Blonde on blonde" precisamente y "I need you"
la primera aportación verdaderamente valiosa de George, y
Yesterday...
Yesterday es probablemente la canción que más
se ha cantado en la música popular y, sin duda, la que más veces ha sido
versionada, unas 3200 veces se contabilizan hasta ahora. Paul ha explicado muchas
veces como surgió, que primero tuvo la melodía que le vino durante un sueño y
la tocó al despertar para evitar que se le olvidara, que le costó un par de
meses convencerse de que no estuviera registrada ya dada su prístina sencillez,
que fue muy laborioso encontrarle una buena letra siendo un objetivo propicio
para la ironía de John durante meses en los que se referían a ella con el
espantoso título de "Huevos revueltos". También ha hablado de las
dudas que hubo para incorporarla al repertorio del grupo porque rompía con el
tipo de música que estaban haciendo y los problemas con George Martin para
grabarla acompañada solo de su guitarra y un cuarteto de cuerdas. La grabación que podemos disfrutar nos muestra a
Paul sin sus compañeros en el escenario. Un documento histórico que nos trae el
recuerdo indeleble de una de las grandes canciones de nuestras vidas.
Te extrañará Juanlu que empiece este comentarios con unos
versos del poeta universal más representativo, sin embargo veo pertinente que
refleje nuestra situación poniendo la política donde Lorca habla de amor. No
somos amigos pero sí conocidos que se respetan y aprecian. El azar quiso que
compartiéramos momentos que nunca se irán de la memoria y hacen que se derramen
nuestras lamentaciones ante la implacabilidad de Saturno que nos acabó engañando mientras aspirábamos la fragancia de las horas perdidas que nunca vuelven y se recuerdan para marcar en las esquinas las huellas de nuestros poetas.
Eres culto, inteligente, divertido, ocurrente y, lo más
importante, cariñoso. Tú eres de derechas y yo soy de izquierdas, no veo ningún problema siempre que ambos seamos demócrata y solo nos pleguemos a la voluntad de un pueblo por muy errático que esté a la hora de elegir sus representantes, siempre que no justifiquemos a ningún régimen totalitario.
Pretendo ser
humanista, digo bien, pienso que es algo muy difícil de lograr, son muchas horas de lecturas y reflexiones. He comprendido que esta tendencia, a pesar de que casi
todos sus representantes se alinean con la izquierda, también tiene cabida para
la gente de derechas y cabe la posibilidad de que tú seas más humanista que yo, aunque en la vertiente estrictamente política, por circunstancias de la vida, hayas optado por una opción más conservadora que la mía.
Sé que puedes comprender que yo deteste el comunismo pero
admire a algunos comunistas, Chicho Sánchez Ferlosio está entre ellos,
posiblemente no conoció el éxito por ser fiel a sus ideas y creyera firmemente
en el espíritu libertario que otros mancharan de intolerancia y de sangre y él
inundaba de amor a la calle, a la gente que pasaba, me emocionan la valentía y la verdad de Diamantino y su militancia en contra de la pobreza y la ignorancia o el
fervor hacia la Democracia, puede que un tanto ingenuo, pero sentido y emocionante, de muchos
brigadistas internacionales que, en el caso que pudieran regresar, no se
olvidaron nunca de nuestro país y, aunque nos parezca paradójico, relataron a
sus nietos que, para ellos, no hubo un tiempo más dichoso en sus vidas que
aquellos en los que defendían el Puente de los Franceses o el Ebro desde
Gandesa.
Hablemos, Juanlu, de arte, de deporte, de la decadencia
moral de los tiempos que nos ha tocado vivir, hagamos una academia de la barra
de un bar como alguna vez lo hicimos mientras nos volvamos a reír con amargura del dios del tiempo, evitemos aquello en lo que tenemos
posturas irreconciliables y que nos llevaría a reproches y puntualizaciones
interminables, probablemente los dos estemos equivocados y no pasa nada,
después de todo he comprendido que la valía de un hombre se mide por la
magnanimidad que exhibe en sus aciertos y la autenticidad con las que muestra
sus equivocaciones.
Entiendes lo que quieres, no lo que
debes, Clodia[i],
no tienes de qué preocuparte; es un síntoma confuso que experimenta casi todo
el mundo en estos días, quizás triunfes a pesar de escribir muy bien, pero lo
harías por la tela con la que tejes tus relaciones, no por tus escritos.
Yo, en cambio, no lo haré, sin saber por
qué cuido mi independencia como si fuera la pequeña flor de cactus de la que te
he hablado a menudo, que tantas veces he visto y me sigue emocionando por ser
una metáfora que nunca he podido desentrañar a pesar de comprenderla.
Tengo buenos recuerdos de ti, el más
perdurable me lleva a esa mañana de domingo que estuvimos charlando sobre la
vida y la obra de Pasolini[ii],
creo que crecimos en alguna dirección, lo importante no sería que la
encontráramos en algún sitio, sino el hecho de habernos asomado a los abismos
de un artista inquietante y sincero. Era el punto de partida lo que hacía
entrañable aquel encuentro, el resto no nacería de nosotros sino de las
circunstancias, nuestra única obligación es intentar hacer las cosas lo mejor
que podamos aunque nos censure la severidad de los jueces.
Me he manifestado abiertamente en contra
de que poemas mediocres, y, peor aún, ostenten una estrella de excelencia[iii].
No voy a cambiar de opinión. He leído mucha poesía como para caer en la trampa
del efectismo inocuo. Por ahí admito tus reproches, ya que sinceramente no
opinas como yo, peor sería que no tuvieras convencimiento de lo que dices.
Pero no encuentro nada malo en invitar a
Alba a que esté acompañada en las alturas por seres vivos que luchan cada
día, que, a veces están faltos de talento pero tienen la morosidad enfermiza de
un orfebre para dejarnos obras valiosas o aquellos que tienen un talento que
nadie quiere ver y luchan en las sombras cortantes de la indiferencia.
Los dos poemas de Alba que habéis
estimado antológicos, desde mi punto de vista no lo son, los tiene mejores y
más apropiados para esa distinción aunque no me he tropezado con ningún poema
suyo que podamos considerar como tales, el que uno se muera no puede ser una
excusa para agrandar la calidad de lo que ha escrito.
Puedo estar equivocado en eso último,
pero creo que para estar a la altura de la Epístola moral a Fabio, de La elegía
a las musas o de La aurora de Nueva York haría falta que supiera implicar al
lector a través de su experiencia con la de cualquiera, y pienso, pocas veces,
es cierto, que Alba está muy lejos de conseguir algo así, y no se le puede
achacar nada; la técnica se aprende con más o menos dificultad, la inspiración
también se aprende pero no nos da pistas del cómo, del cuándo y el por qué. Con
respecto a esto te diría que ha habido en el fútbol un poeta como George Best,
no ha sido el mejor futbolista, pero, junto a Garrincha y el
"Mágico", ha escrito los mejores versos persiguiendo un balón que,
con frecuencia, acababa en el lugar que él había elegido.
Permíteme dudar que Alba pueda dolerte a
ti más de lo que a mí me duelen mis muertos. Estamos hablando en la misma
lengua pero en dialectos que no se entienden entre ellos, no es un capricho
pensar que yo puedo llevar la piel, los cabellos y la forma de mirar de alguno
de ellos, son algo mío que perdí y duerme en el sepulcro, íntimamente míos con
sus imperfecciones que, a veces, no se me olvidan y con las que me veo más
humano, menos insoportable.
Ya sé, Clodia, que tú amas a Borges y te
postras ante su inteligencia, yo simplemente amo a Lorca[iv] que
aún vive en otra galaxia respecto a mí y al resto de los mortales y lo
admiro como hombre que podía tener unas sensaciones parecidas a las mías cada
vez que escribía un poema, cada vez que muriera alguien en su pueblo con quien
ya no podría tomarse un vino mientras soñaba con acabar con el analfabetismo en
España.
Desconfío de las relaciones que
establecemos a través de la Red, existe un carisma telemático que hace cinco
años dejé de tenerlo, sé que, casi nadie lee lo que escribo. Pero no me
lamento, hubo unos meses en los que no daba abasto para contestar las cartas
que me llegaban, mi carisma se sustentaba en actuar como si fuera un sucedáneo
de lo que Sabina transmitía y, probablemente no era, así creé una imagen en la
que se reforzaba la calidad del mujeriego que nunca he sido y que no podré ser
jamás. Los hijos de los conquistadores solemos pagar los pecados de nuestros
padres, Pavese se apagó un día de agosto sin llegar a comprender que las mujeres
de su pueblo prefirieran los impulsos primarios y misóginos de su padre a su
delicadeza y sensibilidad femenina que pueblan las páginas de su novela más
célebre, a pesar del dolor que hizo aflorar una misoginia primaria en su
diario.
*** *** ***
Te llamé buena persona hace unos días y
empiezo a experimentar con melancolía el temor de haberme equivocado, soy
demasiado impulsivo, pero no me arrepiento de haber pensado bien de ti, de
haber creído en la bondad de tus intenciones, sí lo haría de haber pensado mal
aunque hubiera estado en lo cierto; son los pequeños detalles los que ofrecen
una medida aceptable de nuestras miserias. Pero, con la calma que me faltó
en un primer momento, he comprendido que dos buenas personas no tienen por qué
estar destinadas a entenderse aunque sean partícipes de la misma pasión y, citando
a Quevedo a mi manera, lo importante no es estar en lo cierto sino sentir lo
que se dice.
Por favor, haz comparaciones que se
sostengan en el mismo dolor. ¿Hablaste con ella? ¿Compartiste un solo día con
ella de dolor hospitalario? ¿Superaste alguna crisis cuando la poesía agonizaba
entre los pinos en la Mallorca del invierno de Chopin? ¿La quisiste tanto que,
a veces, deseaste odiarla e incluso llegaste a pensar que no la amabas por sus
virtudes sino por sus defectos?
No queda mucho espacio para lo sagrado
en esta sociedad moderna, pero sigue habiendo actos y discursos que merecen ese
calificativo. Me has ofendido por lo que he interpretado como pedantería
indisimulada, por fingir un sentimiento que a la fuerza no puede ser muy grande
ni real, ya lo dijo Leonard Cohen en el Chelsea Hotel más o menos dos veces.
I don't mean to suggest that I loved you
the best,
I can't keep track of each fallen robin.
I remember you well in the Chelsea
Hotel,
that's all, I don't even think of you
that often.
No quiero dar a entender que te amaba
mucho,
No puedo seguir el rastro de cada
petirrojo caído.
Te recuerdo muy bien en el Hotel
Chelsea,
eso es todo, solo de vez en cuando
pienso en ti.
Deduzco que tú recuerdas a Alba como
Leonard a Janis Joplin compartiendo poesía o sexo que no amor, y yo recuerdo a
mis muertos varias veces cada día, sé que es la única manera de mantener entre
los coches que invaden las aceras un poco de su aliento, de recordarme a mí
mismo que soy el amigo insignificante del viento de Poniente cuando el mar de
mi vida se torna azul y veo mi casa de la niñez invadida por otras enredaderas
que no recuerdan quién es Dios de tanto pronunciar su nombre en una lengua
desconocida.
[i] Considero que Clodia es un nombre precioso, de ninguna manera he
querido relacionarte con la Lesbia poética; desenfrenada y licenciosa.
[ii] En Ostia o en Trieste / cuando florezcan los tilos / con el cuerpo
marcado / por los golpes que suben el Calvario.
[iii] Creo que la actitud declarada de las personas que las conceden ha
colocado una losa en una calle que podría haber tenido un nombre literario.
[iv] No vayas a creer que no le encuentro defectos en lo más importante,
como hombre.
Rubber
Soul no es el mejor disco de los Beatles, pero puede que sea el más
importante, el que fracturó definitivamente en dos su carrera. Determinó un
eclecticismo inagotable, un hambre evolutiva insaciable y la retirada de los
chicos de Liverpool de los escenarios, ya podían crear sin más agobios que los
que ellos mismos se impusieran.
No hay disco de los Beatles al que me
sienta más unido que a Rubber Soul, recuerdo la fecha, es un día señalado en mi
ciudad, y la playa, iba con mi amigo de entonces y dos chicas que no tenían
mucho en común excepto el nombre y el radiocassette en el que reprodujimos la cinta
que nos dejaron; África, una leía a Poe, la otra las portadas de las revistas.
Aquel 13 de junio de 1976 escuché por primera vez algunas canciones que siempre
me han acompañado.
McCartney
estaba brillante, excelso en la recreación de música clásica de "Michelle",
se ensañaba en una parodia irreverente sobre los delirios de grandeza que dice
mucho más de lo que parece en "Drive my car" y mostraba la
profundidad de su talento y enviaba un regalo envenenado a los Byrds en la
injustamente olvidada "I'm looking through you" (Te estoy calando).
Pero
Lennon estaba genial, ya conocía sus dos mejores canciones de este disco, no
puedo precisar cómo llegaron hasta mí. Pienso como entonces; In my life (En mi
vida) y Nowhere man (Hombre de ningún lugar) están entre las mejores canciones
que Lennon compusiera, se convertía de repente en un adulto con la cabeza muy
mal amueblada, no tenía la madurez y el control de sí mismo de McCartney, y se
reprochaba su indeterminación, su falta de implicación con los problemas de los
demás, su alienación como hombre de este tiempo que no es de nadie, su falta de
personalidad para adoptar un punto de vista que le implique. John reconoció
que, a pesar de hablar en tercera persona, se refería a sí mismo y la canción
era el fruto de un duro examen de conciencia y un estado depresivo. En mi vida
es simplemente un canto de amor a Liverpool y una confesión de entrega al
recuerdo imborrable de su primera novia, de sus primeros amigos y los lugares
que compartieron y cambiaron o, simplemente, desaparecieron, es como una rosa que no se debe tocar.
La
otra joya es Girl, con una letra fantástica dentro de un concierto no demasiado
afortunado en la música juvenil acomplejada por el fulgor de Dylan que
publicaba en aquellos días sus obras capitales, aunque para algunos, entre
ellos los Beatles, supuso un acicate y les llevó con éxito a proponer
situaciones complejas, letras con un indudable valor literario. Con sus aires
mediterráneos, con su aspiración, y su melancolía, aquel 13 de junio escuché
Girl por primera vez, y aún me acuerdo de ella muchas tardes.
No
podemos dejar de lado para terminar la fantástica y melancólica "Norwegian
wood" en la que Lennon se enfunda el traje de perdedor en una historia de
amor frustrada con una chica responsable que distinguía entre la diversión y
las obligaciones aunque le había dejado dormir en su casa, canción que abre el
disco y en la que Harrison experimenta magistralmente con el sitar, además George
hizo dos interesantes aportaciones a esta obra maestra que es Rubber Soul.
Desde
que lo encontré en 1971 con Mediterráneo y lo perdí en 1976 con "Para piel
de manzana" un disco casi tan bueno como aquél pero olvidado hasta por
muchos de sus incondicionales, tuve a Joan Manuel Serrat como una de mis
referencias como cantante y también como poeta. Me gustaba tanto que no tuve
ningún problema en comprar o pedir que me grabaran algunos álbumes suyos, no le
di mucha importancia a que algunos de ellos fueran en catalán.
Suelo
seguir escuchando a Serrat, viene bien detenerse en lo que dice y como lo dice,
comprendo que hubiera mujeres de un barrio humilde como el mío que lo hubieran
querido tener como hijo, comprendo que más de una muchacha temblara por él
cuando lo viera alejarse con la guitarra al hombro, que pareciera tan cercano,
tan abierto con esa sonrisa un tanto pícara y tan tierna que uno hubiera
querido tenerlo como compañero en una partida de mus y contertulio en las
noches de verano en la puerta adentrándonos en el misterio de una estrella
parpadeando en el cielo azul oscuro.
Esta
canción pertenece a "Per el meu amic" (Para mi amigo), grabado en
1973, sin duda uno de los mejores discos de Serrat. No me gusta demasiado el
tema central de la canción que he elegido para dar fe de ello, ni como lo
trata, cuando intentas ser demasiado sincero y dices cosas que van en tu contra
nadie te acaba creyendo del todo, pero la música es deliciosa, está empapada
por aquella voz que hacía sentir y la primera es una de las estrofas más
hermosas que yo recuerde de toda la música española.
Sé que a
veces hablo como si tuviera comunicación directa con John Lennon, y esto lo
digo como si hubiera alguien que pudiera advertirlo. Pero no, parece que he
dado un paso adelante y algo que me parecía patético cuando lo advertía en
Rafle[2]
a pesar de su grandeza, hablar y seguir hablando aunque nadie te escuche e
incluso cuando ponen un gesto contrariado, empieza a ocurrirme a mí y ya no me
importa, debe haber algo bueno en ello cuando Rafle lo hacía.
Julia es una canción muy especial, una de las joyas, como Blackbird[3]
o When my guitar gently weeps[4],
del Álbum blanco, un disco irregular pero con canciones impresionantes que se
vuelven más atractivas para los seguidores del cuarteto de Liverpool en tanto que
algunas de ellas no son demasiado conocidas por el gran público.
Imagino que
para Lennon no debió ser fácil escribir esta canción ensoñadora y entregada a
la mujer a la que se la dedica; su madre. Las razones son demasiado obvias,
Julia era una persona con muy buen carácter y con mucha suerte en alguna de sus
decisiones, ella le regaló a John su primera guitarra, pero distó mucho de ser
una buena madre; irresponsable, enamoradiza, caprichosa, abandonó la educación
y la crianza de este genio en ciernes a su estricta hermana y a su cuñado,
quien sería un amigo con el que John frecuentaba los cines para ver películas
del oeste, y a quien le unía íntimamente compartir la misma cruz.
Julia murió atropellada cuando Lennon tenía 17 años y parecía haber vuelto, eso
era lo que él quería creer. Los biógrafos de Lennon parecen querer dar más
dimensión a la tragedia cuando recalcan que el coche que la arrolló era
conducido por un policía borracho, eso sí, al menos estaba fuera de servicio.
[1] Half o what I say is meaningless
/ But I say it just to reach you, Julia.
[2] Rafle: entrañable amigo y lector
compulsivo, su vida estaba centrada en la lectura de los grandes autores
en un entorno que estaba lejos de comprender sus inclinaciones.
Sentí mucha tristeza cuando murió Georges Moustaki, este
hombre que era griego, italiano, pastor, judío, egipcio, francés y, por
supuesto, español y, por lo tanto, poeta aunque no hubiera escrito verso
alguno, ni anduviera por los bares de madrugada, entre el alcohol y las risas y
caducas flores que ya no tenían espinas pero seguían haciendo daño como la
princesa de Joaquín, buscando a alguien que quisiera que le regalara su último
poema y su lucha agónica y perdida contra el monstruo de la indiferencia.
Me lo dijiste, Laura, por teléfono
cuando viste que la noticia de su muerte yacía trémula sobre nuestro
periódico empapado por un tembloroso y amargo café; ya sabes que la muerte se
lleva al príncipe y al esclavo, al malo, al bueno, y no tiene la menor
consideración con las ansias de inmortalidad del hombre libre.
Me
despedí de ti lo más rápido que pude porque quería soltar una lágrima que
se había condensado en las arenas de mis ojos y no quería que la escucharas
caer, no sé si la sentimentalidad era la misma en nuestros brotes verdes cuando
reíamos y llorábamos con “Tiempo de lluvia”, “El sueño de Pilato” o
"Cabaret", pero en estos días se lleva bastante mal que se muestre una fragilidad por miedo a que provoque alguna que otra risita.
Pensé
en la noche que, en honor de su amigo Paco, cantó en algún lugar de nuestra
España "En Méditerranée", con su sonrisa llena de luz, con su
piel curtida y morena como la de los viejos marineros, con sus cabellos
desordenados como el muchacho soñador que tú conociste y murió sin darse cuenta
abducido por las calles y las rutinas. Estábamos delante del televisor pero nos
sentíamos donde sus palabras que intentaban unir a todos los habitantes de la
cuenca mediterránea, como si todos los hombres del mundo fuéramos como los
niños y creciéramos aprisa sin mirar hacia abajo sobre los ojos de un vencido.
Georges
ha muerto, ese viejo libertino, que nunca creaba historias de su fracaso eterno
con el amor, no hablaba de los secretos de una dama de la que, quizás, no
supiera ni cómo se llamaba ni cómo tenía la cintura, y amable y sonriente
aunque no renunciara nunca a lo que decía cuando creía haber hallado la
definición adecuada de sus sentimientos.
Ya sé, Laura, que sabías que yo lo amaba, como se quiere a
un hermano mayor que recorre el mundo y algún día derrochando el dinero vuelve
a la casa que lo vio nacer para estar en ella un ratito que desea que sea
agradable para todos los suyos, a quienes lleva allá adonde vaya con la rosa de
los vientos.
Ya
sé Laura que los amores acaban un día, pero nosotros somos distintos, me amarás
hasta que me mates en tu empeño por ver mi libertad como una enemiga de ti y de
mí mismo o hasta el día que provoques que vuelva a aparecer el Mr Hyde que
llevo dentro y acabe con los dos, rotos y perdidos en la avenida que ha sido la
referencia de nuestras soledades durante tantos años. Hubiera sido tan bonito
haber tenido el talento liberal de este Georges que se ha ido y estará cantando
con la tranquilidad de un bendito, Dios sabe dónde.
Tú sabes que el todo Ceuta de católicos caducos y un poco
pervertidos me ha considerado siempre un meteco, si pudiera esa ciudad me diría
que no tengo derecho a voto, aunque pague impuestos, y, aunque soy demasiado
mayor para ello, que desentierre mi casco y mi escudo cuando lleguen los persas
a la llanura de Maratón y luche por su libertad, no por la mía.